Dicen que su corona pesaba más que su alma.
Que su último suspiro fue un secreto jamás dicho.
Que no cayó… lo dejaron caer. En las sombras, ya preparan la coronación. Pero esta vez, el pueblo no aplaude, no se inclina, no se calla.
Una variete de cuerpos y gritos, de belleza rota y poder en fuga. Un acto final que es también principio.
Porque cuando muere el rey, nace el grito y ya no hay trono que lo calle.
Una ceremonia para enterrar el poder y celebrar lo que nace desde abajo.